
Quizás un rayo de esperanza, o una guia entre las sombras, la luz entre la niebla me atraía con fuerza. Me acerqué poco a poco y cuando casi podía tocarla, se apagó. La niebla se difuminó y allí estabas tu, ada de espaldas, lorando en la orilla de la laguna.
-¿Qué te pasa? -te pregunté- ¿Qué estas haciendo aquí sola?
-Estoy llorando porque me he perdido
-Yo puedo ayudarte a volver
-No, no puedes, se volver, pero yo lo que quiero es avanzar
-Pero no hay nada más allá de este bosque
-Si que hay algo, hay todo un mundo, y hay alguien que, aunque no me conozca todavía, me está esperando
-Pero eso no puede pasar, no puedes esperar a un desconocido
-Puedes si es tu corazón el que te dice que está allí
Entonces levantaste la mirada y la luz volvió a iluminarnos, tus ojos estaban humedos por las lágrimas, pero estas parecían gotitas de luz que nacian de tu corazón. Cuando me miraste me sentí como si volara. Te levantaste y volviste a caminar, hacia el interior del bosque, hacia el corazón de la niebla. Entonces te seguí. Avanzamos varios dias, pero el sol no nos iluminó. Cuando por fin veíamos la margen del bossque corrí hacia ti y te cogí del brazo. Tus pies estaban flotando sobre un abismo, parecía infinito, terrible.
-Camina sobre la niebla, ella es el puente hacia el mundo que espero encontrar más allá.
-Pero la niebla no es un puente, se aparta cuando la tocas
-Si tu deseo es caminar sobre ella, caminarás sobre ella, pero la mayoría de la gente no sabe como desear, solo desean que pase lo que creen que es real
-Lo intentaré, pero no me dejes caer, porfavor, quiero ver ese mundo del que hablas
Avancé. Puse un pie en los zarcillos de niebla. Me sujetaron como si fuesen un manto de hojas sobre un suelo blandito. Te seguí hasta encontrar un suelo más firme. Allí nos sentamos en el suelo y tu volviste a cerrar los ojos, la luz se apagó poco a poco y te dormiste. Poco a poco fuiste desapareciendo y te convertías en niebla. Cuando desapareciste se levantó viento y la niebla se fue con el. Vi sobre el suelo una jolla, era como una estrella, con un arco de plata sujeto por detrás. La tomé con mis manos y el arco se convirtió en una cadenita. La colgué de mi cuello y volvió a haber luz. entonces vi lo que tu me habías dicho, todo un mundo más allá del abismo, pero un mundo diferente de lo que tu creías que habría, porque todo era agua excepto la pequeña playa en la que yo estaba sentado.
Caminé dias por el arenal, hasta que vi una sombra sentada en la orilla. Me acerqué y vi que era un chico, y que estaba llorando, como tu cuando te conocí.
-¿Qué te pasa? -le pregunté- ¿Necesitas ayuda?
-Estoy esperando a alguien, pero no se quien es, solo se que está más allá de aquel abismo.
-Yo la conozco, cruzó el abismo, pero tubo que irse, pero me dio esto para ti
Enctonces le di la estrella y al colgarla de su cuello, volvió la niebla y tu apareciste con ella. Yo me disolví en los zarcillos para dejaros solos y me acerqué a la orilla. Al tocar el agua, Un camino apareció y supe que en el extremo te encontraría otra vez, pero esta vez esperandome a mi para llevarme al otro lado del mar y encontrar a aquella que me esperaba a mi sin siquiera conocerme.